Recientemente escuché a un padre despidiéndose de su hija en el aeropuerto…

Eran los últimos minutos que compartían juntos, estaban conversando muy cariñosamente. Cuando ya estaban cerca a la puerta de embarque, se abrazaron y entonces el papá le dijo a la hija…

—“Te amo hija, y te deseo que tengas siempre “más que suficiente”

Y la hija le contestó:

—“Papi, nuestra vida juntos ha sido “más que suficiente” para mí, tu amor es todo lo que yo he necesitado. A ti también, te deseo “más que suficiente”.

Se besaron y la hija partió saludando desde la puerta de entrada hacia el avión como le hacemos todos al subirnos al aparato volador. El padre caminó hacia los grandes ventanales del aeropuerto y allí precisamente estaba sentada yo.

Me di cuenta inmediatamente, que el hombre tenia deseos de llorar y que se estaba aguantando por dignidad. Yo miré con disimulo, para que no se sintiera incómodo con mi presencia, pero entre ambos hubo una conexión, pues él se percató que yo lo estaba viendo. En tono muy amable me miró y me preguntó:

— ¿Le ha dicho usted adiós a alguien alguna vez, sabiendo que será la ultima vez y para siempre?

—Sí —le respondí mirándolo a sus ojos húmedos— me ha sucedido y es dolorosísimo. Gracias por preguntar…

Y aprovechándo el vínculo momentáneo que se había formado entre nosotros le pregunté:

—Pero ¿por qué la despedida para usted es para siempre?

Se sentó en el asiento vacío a mi lado y procedió a contarme…

—Yo ya estoy viejo y ella, mi hija, —con un suspiro continuo diciendo— vive tan lejos… Tengo algunas dificultades delante de mí y la realidad es que quizás su próximo viaje sea para mi funeral…

No pude aguantar y se me escapo un gemido, pero tratando de disimular mi impresión y deseos también de llorar, cambie el tema diciéndole:

—Sabe, cuando usted le decía adiós a su hija le escuche decirle una frase muy bonita, “te deseo más que suficiente”… puedo preguntar con todo respeto, ¿qué significa eso?

Comenzó a reír y me contestó:

—Ese es un deseo que hemos compartido en la familia por generaciones. Mis padres lo usaron con todos nosotros…

Entonces hizo una pausa y por un momento, pensé que rompería a llorar, pero respiró hondo y me miro profundamente, pero su mirada vagaba por otros espacios y tiempos; estaba, sin estar allí en ese momento… como si quisiera recordar y quedarse en aquellos días…

Sonriendo me explicó:

—Te deseo “más que suficiente”, es decirle a la otra persona que le deseas lo mejor para su camino, con “más que suficiente” para sostenerle toda una vida.

A mí se me fue la respiración, pues esa frase impactó mi espíritu y mi alma. Y entonces se volteó y mirándome a los ojos fijamente me comenzó a decir con total y absoluta resolución, decidido a que yo recibiera sus palabras en mi corazón.

—Señora, le deseo “más que suficiente” para que el sol siempre le alumbre y haga su actitud más brillante hacia el día y hacia la vida, no importando cuan gris pueda estar el cielo.

Respirando con dificultad y emoción siguió diciéndome casi en un susurro:

—Le deseo “más que suficiente” lluvia para que pueda apreciar el sol aun más…

Con fuerza continuó:

—Le deseo “más que suficiente” felicidad para que pueda mantener un espíritu vivo y para que el resto de sus días estén llenos de alegría contagiosa…

—Le deseo “más que suficiente” para que pueda tener siempre abundancia y así pueda satisfacer todos sus deseos…

—Le deseo que tenga “más que suficientes” pérdidas para que pueda apreciar todo aquello que ya posee…

—Le deseo “más que suficientes” bienvenidas para que cuando toque despedirse pueda hacerlo con gracia y paz…

Entonces allí ya el no pudo aguantar más y se puso a llorar descontroladamente, y apenado, se alejo lentamente despidiéndose con sus manos…

¡Se imaginarán como quedé yo!

Mi cara, mi respiración y mi cuerpo se habían congelado en una sola expresión. Impactada miré hacia los lados, y como el vuelo ya había partido, solo habíamos quedado él y yo en la sala de espera.

No me podía levantar, estaba como petrificada en el asiento sin poder moverme; respiré profundo y después de varios minutos procedí lentamente a caminar de regreso a mi automóvil, totalmente conmovida por aquella experiencia que me había tocado vivir…

Ese fue uno de esos momentos que jamás olvidaré… y la cara de ese señor, aún menos.

Están impregnados en mi memoria, como una huella imborrable, la carita de su hija, sus ojos de amor hablando mil cosas, diciéndole a su padre cuanto le amaba a través de su mirada, mientras con su mano decía adiós… caminaba y se volteaba… decía adiós de nuevo y repetía la misma acción hasta desaparecer dentro del túnel que la llevaría a su avión… como si en su interior supiera el destino que les esperaba a ambos.

Ahora te digo, que el amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia… mas se goza de la verdad.

Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

Chillé todo el camino de regreso… No lloré… grité desde el fondo de mi ser; con toda mi alma, con todo mi ser, lloré por todo lo acontecido, por ese extraño que se había cruzado en mi vida, por su hija…

Lloré por todos los que se fueron, por los que aún están, pero que también se irán… lloré por las penas, lloré por los desamparados, por los pobres, los minusválidos, por los niños… lloré por todo aquel que ha amado y en algún momento ha tenido que despedirse del amor, en amor.

Y dirás, pero Elsie… ¿a qué viene esta historia?

Porque deseo para ti “más que suficiente” en todo. Que el sol siempre te alumbre y haga que tu actitud hacia el día y la vida, sea más brillante no importando cuan gris pueda estar tu cielo.

Te deseo “más que suficiente” lluvia para que puedas apreciar el sol aún más…

Te deseo “más que suficiente” felicidad para que puedas mantener un espíritu vivo y para que el resto de tus días sean llenos de alegría…

Te deseo “más que suficiente” para que puedas tener abundancia siempre y así poder satisfacer todos tus deseos…

Te deseo que tengas “más que suficientes” pérdidas, para que puedas apreciar todo aquello que ya posees…

Te deseo “más que suficientes” bienvenidas para que cuando toque despedirse puedas hacerlo con gracia y paz…

Te deseo “más que suficiente” y especialmente el amor, la compasión, el perdón y la paz de nuestro Señor…

En gratitud,

Elsie