El miedo y el temor son dos espíritus que podrían reducirse a uno solo y en especial, producen el mismo resultado. Por lo tanto, quiero ofrecerte ahora algunos consejos que, sin duda, te serán de gran ayuda.

Primer consejo: Confía en Él y activa tu fe. Esta seguridad del amor divino es la base de nuestra fe cristiana, pues «de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:16, rv-60).

Segundo consejo: Permite que el amor sea luz en la oscuridad. En el amor no puede existir el miedo y el temor, pues, «en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor» (1 Juan 4:18, rv-60).

Tercer consejo: Deja que la esperanza sea la brújula que te oriente, que te dé la dirección. Debemos «esperar» la manifestación de todas las hermosas promesas del Altísimo, porque «Dios no es hombre, para que mienta» (Números 23:19, rv-60).

Cuarto consejo: Sustituye lo negativo con lo peor que pudiera suceder. Si lo haces, te darás cuenta que en medio de todo no es tan malo. Muy pocas cosas nos llevan al límite de la posibilidad de la muerte física real, y para nosotros «el vivir es Cristo y el morir es ganancia» (Filipenses 1:21).

Quinto consejo: Enfrenta el miedo y el temor con todo. Haz lo mismo que hizo David cuando desafió a Goliat, o lo que hizo Jesús cuando se dirigió a Jerusalén para morir en la cruz por ti y por mí. Todo esto es posible «porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio» (2 Timoteo 1:7, rvc).

Sexto consejo: Convierte la Palabra en la autoridad suprema de tu vida. Si conoces la Palabra, la puedes usar cada vez que se te acerque el enemigo.

  • Cuando te diga: «Te voy a robar», le contestarás: «Me tendrás que devolver siete veces lo robado» (Proverbios 6:31).
  • Cuando te diga: «Te voy a enfermar», le responderás: «Yo sirvo a Aquel que por sus heridas soy sano» (Isaías 53:5).
  • Cuando te diga: «Nadie te aprecia», le contestarás: «Dios siempre está conmigo, pues “aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos” (Salmo 27:10)».

Séptimo consejo: Alaba a Dios en voz alta, a toda hora y en todo tiempo. El enemigo no resiste la alabanza. Entonces, hazlo en tu casa, en el baño, antes de dormir, al levantarte, a toda hora y en todo momento. El Señor habita en la alabanza de su pueblo (Salmo 22:3).

Quiero reiterarte una vez más, que Dios es Todopoderoso, y que Él es mayor que cualquiera de tus temores. Él pelea tus batallas y siempre es más que vencedor. Cuando vengan esos momentos difíciles de tu vida, grita a los cuatro vientos para que todo el mundo te escuche: « ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!» (Filipenses 4:13, rvc).

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El temor se vence con nuestra fuerza interna. Practicar diariamente declarando en positivo: SOY fuerte, valiente y poderoso es una práctica saludable. En las noches cuando te acuestes, escucha el CD de Palabras de Paz y Fortaleza suavemente en tu habitación y deja que la palabra de Dios permee tus espacios y rompa toda presencia de derrota.

Los suaves acordes de un bello piano, los sonidos de las olas que van y vienen en el mar te ayudarán con la palabra de Dios hablada a conquistar esos temores. Úsalo como una de tus armas más poderosas.

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